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XVI BIENAL DE FOTOGRAFÍA

Mauricio Alejo, Magnolia de la Garza, Maya Goded,
Eniac Martínez y Mireya Escalante

Jurado de la XVI Bienal de Fotografía


Como en años anteriores, los miembros del jurado de la XVI Bienal de Fotografía nos reunimos en tres ocasiones. En la primera, conocimos de la mano del equipo del Centro de la Imagen las dinámicas del concurso. En la siguiente, revisamos durante dos días los más de seiscientos portafolios digitales de fotógrafos y artistas que atendieron la convocatoria, de los cuales hicimos una preselección. Y en la tercera reunión evaluamos la obra en físico de los autores preseleccionados para determinar tanto la selección final como los premios de adquisición y las menciones honoríficas. Durante las dos últimas reuniones, además de discutir sobre la calidad de los trabajos presentados, hablamos de la situación actual de la fotografía en México.


A diferencia de otras ediciones, esta vez el jurado estuvo integrado por dos curadores y tres fotógrafos. Pero quizá el cambio más significativo en el formato del concurso haya sido que por primera vez se van a realizar dos exposiciones distintas a partir de los trabajos participantes y cuya curaduría estará a cargo de dos de los miembros de jurado: el fotógrafo Mauricio Alejo y la curadora Magnolia de la Garza. La idea es que estas dos propuestas muestren desde perspectivas distintas las problemáticas en torno a la imagen que se detectaron en la Bienal. Para ello los curadores podrán exponer, además de las obras que participaron en la Bienal, trabajos de otros artistas que permitan enriquecer el discurso curatorial de ambas muestras.


Las exposiciones serán presentadas de manera paralela en dos sedes: el Centro Cultural Clavijero, en Morelia, y la Fototeca de Nuevo León, en Monterrey. De esta manera la Bienal viajará fuera del Centro de la Imagen –cerrado ahora por los trabajos de remodelación– para exhibirse en otras ciudades del interior del país.


La revisión total de los portafolios participantes nos llevó a darnos cuenta de que ciertos temas se repetían constantemente pero desde enfoques diversos. Quizás el más presente de ellos fue el de la violencia, que si bien no estaba representada de manera cruda o directa, figuraba, sobre todo, manifestada a partir de la soledad que produce, como detonador de paisajes arquitectónicos abandonados.


Uno de los trabajos seleccionados mejor logrados sobre el tema es La casa que sangra de Yael Martínez Velázquez. Aquí el autor documenta momentos de la vida de una familia en el estado de Guerrero, tras haber sufrido la pérdida de tres de sus integrantes.


Varios fotógrafos presentaron imágenes de negocios y casas abandonados como consecuencia de la violencia que se vive en gran parte del país. Sin embargo, en esta línea de la arquitectura desierta, la serie Reclaims de María Luz Bravo presentaba una propuesta distinta: la autora desvinculó el abandono de espacios públicos del contexto mexicano para abordar el tema de la crisis económica en algunas ciudades de Estados Unidos.


Otro de los temas que predominaron en los portafolios participantes es el de la sexualidad y el cuerpo masculino. Este interés está representado en la selección final en dos proyectos muy distintos entre sí: Ex corde de Rodrigo Ramos Ezeta, que al explorar el mundo del boxeo nos ofrece una mirada muy particular sobre el cuerpo masculino, y Estríper: Una alegoría de la constante elaboración identitaria, serie de cinco videos en la que Sergio Fonseca Nuño muestra su búsqueda de la identidad masculina a través de su proceso por convertirse, justamente, en estríper.


Probablemente la gran ausente en la selección final es la fotografía documental. Se recibió un número escaso de trabajos en esta convocatoria, que resultaron poco propositivos. Este hecho nos dejó, sin embargo con una serie de preguntas, particularmente en relación a la escuela de fotografía documental en México, a los espacios en los que este tipo de imágenes circula y a cómo es que se insertan en un ámbito artístico.


Si bien no fueron mayoría, algunos artistas participaron con trabajos en video haciendo alusión curiosamente a lo fotográfico. Tal es el caso de Salomé Fuentes Flores con Desvanecimientos, y Adam Wiseman con Retratos en movimiento. Un proyecto en particular, Soy tu Doppelgänger, de Manuel Marañón Acuña, abrió la discusión sobre los nuevos recursos para hacer fotografía, así como el soporte y la circulación de la foto. El proyecto recupera las imágenes almacenadas en la "nube" y realizadas con un teléfono celular que le fue robado al artista. Marañón recrea o crea imágenes que dialogan con aquellas tomadas por el nuevo usuario de su teléfono. Tendremos que esperar para ver si esta discusión abre nuevas líneas de investigación que puedan dar pie a otros proyectos.


Es importante notar la participación de jóvenes artistas como el propio Marañón Acuña, Pamela Zeferino o Carlos Lara Amador, y de artistas emergentes como Isolina Zulema Peralta de Fernández, una mujer de 100 años que participó por primera vez en la Bienal.


Los Premios de Adquisición, Constructions, de Fabiola Menchelli, y Womankind, de María María Acha-Kutscher, representan dos formas prácticamente opuestas de aproximarse a la fotografía. El primero es un trabajo abstracto. Podría pensarse que se trata de imágenes manipuladas digitalmente, sin embargo la única manipulación se da en los materiales y en la luz, que en conjunto crean la composición. La serie Womankind, por su parte, nos muestra distintos escenarios domésticos con imágenes y objetos que nos hablan de un universo femenino. Se trata de un collage fotográfico en el que diversos materiales digitales recolectados por la propia artista componen la escena.


Este año el jurado decidió otorgar tres Menciones Honoríficas: The Less Things Change, The Less They Stay the Same, de Alejandro Almanza Pereda, XXXXXXXXXX, de Ramiro Chaves, y Doubernard, de Fernando Montiel Klint. Estos proyectos abordan dos de los temas recurrentes de la Bienal: lo escultórico en la fotografía (Almanza y Chaves) y el uso de archivos personales (Montiel Klint).


Es curioso notar que entre los trabajos que obtuvieron mención se incluye el de un artista que no es fotógrafo, Alejandro Almanza, y el de un fotógrafo, Ramiro Chaves, que incursiona en formatos distintos a los de la fotografía. Por su parte, Fernando Montiel propone un dispositivo de montaje para las imágenes de su archivo familiar.


Revisar los portafolios, así como enfrentarnos a las obras físicas, nos hizo reflexionar sobre algunas cuestiones no tanto conceptuales o formales de las proyectos, sino más bien relacionadas con la participación en general. La más frecuente de todas, quizás, fue la diagramación de exhibición del proyecto. En varios casos nos encontramos con que la distribución de la obra propuesta por el artista dificultaba su lectura o le sobreponía otra narrativa a la narrativa propia de las imágenes.


En este tipo de certámenes, en los que no se establece un límite de edad para participar, es recomendable que los artistas de cierta trayectoria envíen proyectos que formulen nuevos enfoques o rutas de trabajo, con el fin de que generen una discusión acerca de nuevas visiones y problemáticas de la fotografía en nuestro país.


Recomendamos a los futuros participantes que no envíen una única fotografía, ya que ésta no suele ser suficiente para sustentar todo un proyecto. De la misma manera, sería igualmente recomendable que los autores presenten a esta Bienal un portafolio que no haya participado en otros concursos. Si bien la convocatoria no exige la exclusividad del proyecto, entregar una serie nueva o poco conocida, puede ayudar al jurado a encontrar otras referencias a la obra del artista.