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XVI BIENAL DE FOTOGRAFÍA

Itala Schmelz
Directora del Centro de la Imagen


La Bienal de Fotografía, que se lleva a cabo en el Centro de la Imagen desde hace más de veinte años, es uno de los más antiguos y persistentes certámenes de este tipo en México. Sus inicios, en los años setenta, supusieron la reivindicación del aparato fotográfico como productor artístico. Sus primeros años están marcados por el espíritu combativo de un grupo de fotógrafos que bregaron por abrirle un espacio a esta disciplina, ya que no eran recibidos en los concursos organizados por el INBA. En aquel entonces, la fotografía era una de las categorías de la Bienal de la Gráfica, y sólo contaba con poco más de 30 participantes. En 1980, gracias a las gestiones y a la iniciativa del Consejo Mexicano de Fotografía y otros actores del momento, el INBA creó una bienal especial para los fotógrafos. Desde que el Centro de la Imagen abrió sus puertas en 1994, asumió el compromiso de realizar este concurso nacional, que a lo largo de los años se ha convertido en un importante punto de encuentro.


La Bienal es una oportunidad única para revisar el escenario actual de la fotografía, ya que cuenta con la participación de autores provenientes de diversos puntos geográficos del país. La masiva respuesta a la convocatoria, 629 aspirantes en esta última emisión, habla de una efervescencia del gremio, y a la vez muestra a la foto como uno de los más importantes lenguajes del arte contemporáneo. La evolución tecnológica que ha acompañado su desarrollo, nos invita a explorar formatos, impresiones y soportes de exhibición muy variados, por lo que la convocatoria de este año ha querido dejar en claro que en el Centro de la Imagen estamos muy interesados en explorar estas iniciativas, incluyendo piezas audiovisuales, obras intervenidas digitalmente, apropiación de imágenes, instalaciones, fotolibros, etcétera.


Esta Bienal muestra la riqueza de la fotografía, no sólo en su capacidad plástica y escultórica, sino en su sentido narrativo y documental, y revela a los creadores que utilizan este medio, originalmente delimitado a su facultad de "mímesis de lo real", como hábiles constructores de universos subjetivos, oníricos, líricos y/o abstractos.


Al asumir la dirección del Centro de la Imagen, me pareció fundamental darle continuidad a la Bienal de Fotografía. Sin embargo, los tiempos han cambiado y si anteriormente era importante ganar un espacio para la fotografía como un nuevo medio de expresión artística, hoy en día, más bien, sufrimos un exceso de imágenes en todos los niveles de la vida cotidiana, y también, de manera preponderante, en la producción artística. Por eso, es urgente entender los hechos fotográficos más recientes, con el fin de revisar, sintetizar, elegir, editar e incluso canalizar las obras recibidas. Asimismo, se habla de que hoy en día hay un exceso de bienales y que este tipo de programas han minado, por así decirlo, el campo del arte. No está de más, por tanto, revisar las bases y los procedimientos de esta Bienal para ratificar su pertinencia.


Un certamen de convocatoria abierta como éste cuenta entre sus virtudes con el hecho de ser un proceso inclusivo y democrático. Mediante un acuerdo colegiado, las decisiones del jurado dejan a la institución en una postura ecuánime ante los participantes. Un jurado integrado por cinco elementos (especialistas, autores y críticos) selecciona, mediante revisión digital, un conjunto de piezas finalistas que son objeto de una segunda revisión y de la que emergen los ganadores y las menciones. Las fotografías preseleccionadas se exhiben en una exposición y se publica un catálogo. Sin embargo, el mundo del arte, no suele regirse tan democráticamente sino por criterios como la autoría, la originalidad, las vanguardias, las transgresiones. Me pareció que hacía falta tomar más riesgos, hacer apuestas por ciertos trabajos, cuestionar otros, y que faltaban las herramientas.


Por ello, decidí incorporar una reflexión sobre la obra presentada, no bajo los criterios de "selección de ganadores", sino mediante un diálogo curatorial. Esta Bienal debe funcionar como plataforma de la producción fotográfica en México y generar los mecanismos que permitan dar a conocer a sus autores, que se conozcan entre ellos como generación, y debe establecer vínculos de trabajo con la institución y los especialistas. En esta Bienal, me pareció importante no sólo destacar los trabajos ganadores, sino indagar quiénes están haciendo qué cosa, y qué tiene que ver con qué. ¿De dónde surgen y cómo evolucionan ciertas tendencias?, etcétera. Es por ello que invitamos a dos de los integrantes del jurado de la Bienal a trabajar como curadores, y los animamos a desarrollar, a partir de los trabajos preseleccionados, una exposición diferente cada uno. Las reglas del juego se hicieron más flexibles, pues era nuestra intención establecer un diálogo más directo con los artistas. Las obras fueron revisadas nuevamente, se incluyeron piezas distintas a las presentadas, autores que no habían quedado en la preselección fueron integrados, e incluso se agregaron piezas de autores que fueron invitados especialmente.


En esta ocasión podrán verse dos versiones de la XVI Bienal de Fotografía, una bajo la curaduría del fotógrafo Mauricio Alejo, que se presenta en dos sedes: el Centro Cultural Clavijero, en Morelia, y el Centro Cultural Acapulco. Alejo pertenece a una generación de fotógrafos que ha desarrollado un lenguaje muy personal; en este sentido él ha sabido conectarse muy bien con las búsquedas de los fotógrafos jóvenes. Por otro lado, invitamos a la curadora Magnolia de la Garza, quien conoce ampliamente los lenguajes artísticos contemporáneos y la escena internacional del arte, para llevar a cabo una segunda revisión, que se presenta en la Fototeca de Nuevo León, parte del Centro de las Artes de Monterrey, y en el Museo de Arte de Sinaloa (MASIN), en Culiacán. Cada sede ha significado un reto museográfico diferente, cada curaduría –como lo demuestran las páginas de este catálogo– ha implicado otra manera de entender las obras y de inscribirlas en un contexto determinado.


Quiero agradecer muy especialmente a Reynold Guerra, Director del Centro de las Artes de Monterrey, Alejandro Rosales, Director del Centro Cultural Clavijero, Minerva Solano, Directora del MASIN, y a Jeanette Rojas, Directora de Galerías y Arte de la Secretaría de Cultura de Guerrero, la disposición y el entusiasmo con el que han respondido al evento, abriendo sus espacios, en un momento en que el Centro de la Imagen se encuentra cerrado por trabajos de remodelación. Ha sido crucial renovar la presencia de la Bienal en el interior de la República.


También deseo expresar mi agradecimiento a Mireya Escalante, Directora de la Colección Coppel, y a los destacados fotógrafos Maya Goded y Eniac Martínez, por su implacable labor como jurados. Por último, felicito sinceramente a las ganadoras de este certamen, María María Acha-Kutscher y Fabiola Menchelli, y a quienes recibieron menciones honoríficas, Ramiro Chaves, Alejandro Almanza y Fernando Montiel Klint, y extiendo un reconocimiento especial a todos los colaboradores y a los participantes en este concurso.