El cuerpo, y no el desnudo fotográfico, es la preocupación fundamental de este cuarto número de Luna Córnea. Aquí se encuentran trabajos de muy distinto tenor. El número abre con una arriesgada reflexión de Enrique Flores en torno a Leonardo Da Vinci, que lo inscribe como un fotógrafo anterior a la creación de este arte. Alfonso Morales nos introduce a la obra del fotógrafo poblano Juan Crisóstomo Méndez, y su mirada escrupulosa y obsesiva del cuerpo femenino, a través de sucesivos velos y fragmentaciones. Esta constelación de imágenes ocupa un lugar central en el número. Sergio González Rodríguez explora, por su parte, las modalidades de la fotografía prostibularia en México, un tipo de fotografía presente desde el siglo pasado hasta nuestros días. Con el nombre de "El cuerpo y sus dobles", Mauricio Molina nos habla de la función de la máscara, el tatuaje y los velos en la abigarrada geografía de los cuerpos.

Este número, en suma, recopila un material rico y variado, y nos ofrece una visión inédita del cuerpo a través de sus múltiples metáforas. El cuerpo del placer, el cuerpo del delito, el cuerpo y sus enfermedades, el cuerpo de excepción son algunos de los aspectos que aquí se revisan.