Codex. México 1986-2016
Antoine d’Agata
Las fotografías de CODEX destacan por su inmediata, casi brutal visión de la sociedad tomada por una espiral de violencia. Al repasar la violencia de una cultura, a través de la degeneración y paroxismo de la carne, el fotógrafo intenta revelar fragmentos de la sociedad que escapan del análisis acostumbrado y la visualización del cuerpo social. Se expone a sí mismo, agudiza su conciencia de un mundo que absorbe y del cual se alimenta, sin la menor precaución o juicio.
Distanciándose del estilo de la fotografía documental directa, Antoine d’Agata registra sus vivencias y experiencias a raíz de las situaciones que atestigua. Al transgredir la frontera que separa al sujeto del fotógrafo, él mismo se convierte en objeto de sus imágenes, un actor forzado de su propio escenario premeditado. Solamente el amalgama de cuerpos yace más allá del alcance de la historia, en lenta agonía, bajo el sello de la conciencia e ironía, custodiando la muerte y viviendo hacia una visión amorosa del mundo. El fotógrafo lo confronta en su desesperanza y brutalidad, feroz miseria y abyección.
Antoine d’Agata fotografía comunidades que se rehúsan a reducirse a la servidumbre y encuentran un escape en el éxtasis sexual, la experimentación narcótica o la autodestrucción. La depravación parece volverse, de una manera brutal, la última estrategia posible hacia una supervivencia y emancipación urbanas. El fotógrafo mira los cuerpos destrozados que luchan y se consuelan en su primitiva copulación, un antídoto del profundo silencio que pesa en mentes deshumanizadas debido a la economía global y la religión.
La realidad se disuelve lentamente a través de su mirada, en un espacio fantasmagórico vacío de toda profundidad o sustancia. En la obscena transparencia de un mundo ultra-comunicacional, Antoine d’Agata rechaza el punto de vista voyerístico o sociológico y se responsabiliza por la posición que asume al tomar sus fotografías. Inventa un lenguaje hecho de instinto y carne que funciona como barrera contra el orden puritano y económico, liberándose así de las ideologías globales e insidiosas equipadas para reemplazar el deseo por el miedo.
En sus imágenes, una acumulación de miradas vacías perpetúan la aturdida depravación del hombre vencido por la historia. En un mundo en el cual todo está hecho para erradicar cualquier rastro de deseo, rabia, dolor y miedo, Antoine d’Agata fotografía las frágiles sombras que se liberan del control social mitigándolo con impulsos animales, evadiendo el orden moral y adentrándose en los últimos y mágicos ritos del instinto. La pobreza es antitética al orden.
De los diversos viajes que durante una treintena de años ha emprendido por México, Antoine d’Agata ha extraído el espeluznante material con el que ahora construye un diario tenso e inmóvil. El paisaje asolado y vacío que le rodea es el reflejo de una sociedad criminal cada vez más inestable. Instantáneas, relatos cinematográficos y textos configuran un diario personal que a través de encuentros íntimos, sexuales o narcóticos se enfrenta y dialoga con una realidad cada vez más abominable. Para retratar el mundo de soledad y marginalidad que va recorriendo, el fotógrafo emplea un lenguaje que conforme avanza el tiempo parece degenerar y perder todo signo de humanidad.
La exposición en su conjunto compone un complejo retrato de un periodo que se nos presenta como un prolongado descenso de la sociedad mexicana hacia una violencia irremediable. Se marcan así, ciertas rupturas en la continuidad de una historia que vincula a una persona con una comunidad que no es la suya, pero a la que se halla irremediablemente unida, dentro de la polimórfica tradición de aquellos fotógrafos que, como Tina Modotti, Edward Weston o Cartier-Bresson, viajaron a México durante el siglo XX.
Para esta exposición en el Fotomuro, Antoine d'Agata se inspira en la gráfica popular de los movimientos políticos y sociales de México, interviniendo las imágenes de Codex para transmitir su perspectiva sobre el estado de emergencia que actualmente vive el país.